Sabemos que, por lo general, la gente suele beber menos agua de la que nuestro cuerpo necesita. De ahí que, entre las recomendaciones de los médicos, siempre esté la de ingerir, como mínimo (y según las necesidades específicas de cada persona), un litro y medio de agua al día. Pero, aunque es menos habitual, también sucede lo contrario. Algunas personas sienten un deseo constante de ingerir líquido, incluso sin tener sed, y pueden llegar a consumir más de 10 litros de bebida al día. Este trastorno, generalmente con origen psicológico, debe ser tratado de inmediato por sus elevados riesgos para el organismo.
¿Tengo un problema?
En algunos casos, una ingesta excesiva de líquidos puede responder a un problema de salud. Debes averiguar qué lo está causando para darle solución.
Tras las fiestas navideñas, son muchas las personas que, para contrarrestar los estragos causados por las comidas típicas de esa época, se ponen a dieta. Algunas, guiadas por el falso mito de que beber mucha agua ayuda a adelgazar, optan por beber grandes cantidades de líquido a diario sin saber que esa actitud les puede ocasionar graves consecuencias para la salud. Recuerda: beber líquidos como agua, caldos o ciertos zumos puede ayudar a eliminar toxinas y aligerar el metabolismo; pero siempre enmarcado en una dieta equilibrada y con medida, sin exceder las recomendaciones de los médicos, que suelen ser de unos dos litros al día.
Sin embargo, no solo se exceden en el consumo de agua las personas que quieren perder peso. La polidipsia es el nombre médico que se le da al aumento anormal de la sed y que puede llevar al paciente a ingerir grandes cantidades de agua. Algunas enfermedades, como la diabetes, pueden provocar polidipsia. Si sientes la necesidad de beber mucho durante el día, coméntaselo a tu médico.
Pero si el consumo de líquido se debe a factores psicológicos (como dificultades en el aprendizaje, trastornos obsesivos o de falta de control de los impulsos, entre otras enfermedades mentales), nos encontraremos ante un caso de polidipsia psicogénica, también denominada potomanía.
¿Qué es la potomanía?
Este trastorno consiste en un deseo frecuente de beber líquido de manera compulsiva. Las personas que lo padecen pueden llegar a ingerir diariamente cantidades desmesuradas de bebida y su comportamiento se caracteriza por la incapacidad de controlarse y por un agradable placer durante la ingesta de líquido.
Los riesgos que comporta esta enfermedad son muy elevados, ya que, aparte de desequilibrar el funcionamiento del organismo, obligan a órganos como los riñones a trabajar de forma ininterrumpida.
Si sospechas que tú o alguien de tu familia puede padecer potomanía, habla con el médico para que pueda establecer un diagnóstico y un tratamiento acorde. En caso de ser así, el tratamiento para superarla se basa en limitar el consumo de líquido a las cantidades recomendadas por los especialistas, y, si tiene un origen psicológico, lo primordial es tratar la causa de la enfermedad mediante una terapia personalizada.
Riesgos para el organismo
Aunque el hecho de beber grandes cantidades de agua u otros líquidos de forma esporádica no suele causar hiperhidratación (siempre que los riñones y el corazón funcionen debidamente), si la potomanía es sostenida y se dan episodios repetidos, sí existen riesgos para el organismo y, en especial, para los órganos renales.
En estos casos, la composición de la sangre y el equilibrio de fluidos y electrolitos dentro del organismo se pueden ver afectados y provocar hiponatremia (niveles muy bajos de sodio en la sangre). Como consecuencia, la persona afectada puede presentar un mal funcionamiento del cerebro, de los músculos, de los órganos y del metabolismo, y desarrollar náuseas, cefaleas, letargia, convulsiones y coma.
Por este motivo, es imprescindible acudir al médico u endocrinólogo si sentimos un deseo incontrolable de beber o si tenemos sed de manera desmesurada. Él nos diagnosticará un posible trastorno, ya sea psicológico o físico, que pueda estar afectando al área del cerebro donde se encuentra el centro que regula la sed (el hipotálamo).
Deben tener cuidado…
La potomanía puede afectar a distintos grupos de personas. Deben tener especial cuidado:
- Las personas a dieta: Como se ha apuntado anteriormente, “beber grandes cantidades de agua adelgaza” es una creencia que puede inducir a la potomanía. Igualmente, quienes intentan perder peso engañando el estómago mediante la ingesta de líquido en lugar de comida también presentan un elevado riesgo de padecer este trastorno. Entre estas personas, destacan las que padecen anorexia nerviosa.
- Los deportistas: Los expertos recomiendan a las personas que practican actividad física intensa –fundamentalmente a deportistas de élite– que beban más agua de lo que se aconseja a los individuos que no hacen deporte. Esto es debido a que, al realizar ejercicio, se produce más sudoración y, como consecuencia, se puede producir una deshidratación del organismo. Para contrarrestarlo, hay que beber más agua. No obstante, estos atletas deben controlar la ingesta de líquido y no caer en el error de ingerir más volumen del recomendado.
- Las personas diabéticas: La polidipsia puede ser uno de los síntomas de la diabetes. De hecho, una de las preguntas que hacen los sanitarios cuando sospechan de un posible caso de diabetes, es si el paciente siente sed con frecuencia y si necesita beber mucho para saciar la sed. Por este motivo, los diabéticos deben prestar atención al agua que ingieren y no sobrepasar las cantidades aconsejadas, o pueden acabar padeciendo potomanía.
Y, al contrario: ¿Cómo saber si se sufre de deshidratación?
El cuerpo humano está compuesto principalmente por agua, sustancia indispensable para el correcto funcionamiento de los órganos, para que la sangre fluya de forma adecuada y para que los músculos respondan a los estímulos, entre muchas otras acciones. Entre otras funciones, “un consumo adecuado de agua ayuda a prevenir el estreñimiento y a normalizar el tránsito intestinal. Lo recomendado es ingerir de uno a dos litros de agua al día”, asegura la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC).
Por eso, aunque no debemos consumir agua en exceso, la falta de líquido en el organismo, conocida como deshidratación, también puede acarrear graves consecuencias para la salud. Los síntomas más frecuentes cuando una persona sufre deshidratación son aturdimiento, fatiga, mareo, tener la boca seca, disminución de la producción de orina y lágrimas y confusión. En los casos más graves, suele producirse un hundimiento de los ojos y la piel pierde su elasticidad normal. La persona deshidratada, además, acostumbra a presentar unos niveles de presión arterial inferiores a los considerados normales, y suele tener taquicardia.
La deshidratación puede ser consecuencia de diferentes factores y estados de salud. Por una parte, algunas afecciones gastrointestinales, alergias e intolerancias (como la diarrea del viajero, la gastroenteritis, el colon irritable o la enfermedad celíaca, entre otras) pueden provocar vómitos y diarreas continuadas. Si estas se prolongan durante un cierto tiempo, pueden comportar síntomas de deshidratación, sobre todo en bebés, niños y personas de edad avanzada.
Cuando se viaja a zonas tropicales o a lugares donde las condiciones sanitarias son deficientes también hay que extremar las medidas preventivas y tener cuidado con lo que se ingiere. Por otro lado, muchos alimentos y aguas pueden estar en mal estado y provocar lo que se conoce como la “diarrea del viajero”. Este trastorno causa diarrea y, como consecuencia, puede ser el origen de una deshidratación. Las personas que gozan de un buen estado de salud también pueden sufrir una deshidratación si no ingieren suficiente líquido. Es importante beber agua poco a poco durante todo el día, especialmente cuando se realiza actividad física o cuando se permanece en lugares muy calurosos y húmedos.