La combinación de viento, las bajas temperaturas, la humedad y la calefacción es la causa de que en los meses fríos notemos que las manos, el rostro y el pelo se resequen y deshidraten con mayor facilidad. Para evitarlo es importante adquirir ciertos hábitos, como utilizar crema hidratante, barra de labios protectora o mascarillas nutritivas.
La descompensación de temperatura entre el exterior y el interior puede debilitar nuestras defensas y perjudicar el estado de nuestra piel y cabello. Si a ello le sumamos el estrés prolongado, una dieta poco equilibrada o la falta de sueño, los efectos pueden ser aún más acentuados.
Te ofrecemos 7 consejos que deberías tomar como mantra para protegerte del frío.
- Apuesta por una dieta sana
Nuestro organismo cuenta con un complejo sistema inmunitario cuya función es protegernos de las infecciones realizando tareas de identificación y eliminación de los agentes patógenos. Y aunque durante todo el año nuestro cuerpo sufre agresiones externas, es en invierno cuando este sistema puede verse más debilitado. Para evitarlo, es recomendable empezar a protegerse lo antes posible y no esperar a que el frío severo nos aborde. Estos son algunos signos que indican que nuestras defensas pueden estar bajas:
- Notar dolor de garganta o malestar, con la sensación de estar incubando un resfriado.
- La aparición de herpes (calenturas) en los labios.
- Experimentar dolores musculares o un agotamiento mayor de lo habitual.
- Heridas que tardan en cicatrizar.
- Debilidad del cabello y uñas, etc.
Para fortalecer el sistema inmunitario es importante que, ante un cambio de estación, prestemos especial atención a nuestra dieta, ya que es a través de los alimentos que este sistema obtiene las sustancias necesarias para funcionar. Debemos asegurarnos de consumir alimentos ricos en fibra y reducir en la medida de lo posible la ingesta de alcohol, café o grasas saturadas. La famosa dieta mediterránea -con el aceite de oliva como abanderado-, por su alta aportación de vitaminas, antioxidantes y demás nutrientes, es idónea para favorecer nuestro organismo.
Alimentos como el pescado, el aceite de oliva (rico en vitamina A), el ajo, las frutas, las verduras y las hortalizas crudas (con su alto contenido en vitaminas, minerales y con su acción antioxidante), los yogures y los probióticos (con sus propiedades inmunoestimulantes e inmunomoduladoras) son indispensables en esta época.
- Muévete
Es importante realizar ejercicio todos los días. La actividad física no solo nos mantendrá en un buen estado físico y mental, sino que también aumentará en nuestro cuerpo la sensación de calor durante el día. Además, practicar deporte favorece el descanso nocturno, que es otro factor que ayuda a reforzar nuestro sistema inmunológico.
- Consume probióticos
Son microorganismos beneficiosos para la salud, que se encuentran fundamentalmente en alimentos lácteos, como bebidas y yogures. Pertenecen al grupo de los alimentos funcionales, o sea, alimentos que tienen efectos positivos para la salud más allá de la nutrición. Incrementan la respuesta del sistema inmunológico ante diversos agentes agresores y también ayudan a regular la flora bacteriana.
- Mantén una actitud mental positiva
Si nos enfrentamos a algún conflicto emocional, sufrimiento, estrés o algún otro problema de índole psicológica, nuestras defensas pueden verse disminuidas. En invierno se debe cuidar especialmente el estado de ánimo, ya que pueden aparecer sentimientos de depresión y tristeza, incluso de estrés, que se han catalogado como “trastorno afectivo estacional”. Por ello, es importante mantener las actividades cotidianas, realizar ejercicio, practicar algún hobby, etc.
- Bajo la ropa
El frío y el viento agreden nuestra piel, acelerando su deshidratación y envejecimiento. Pero no solo sufre la piel de la cara y manos -que es la que está expuesta a las inclemencias meteorológicas-, también tenemos que proteger el resto del cuerpo, ya que bajo la ropa se produce una falta de oxigenación que provoca mayor sequedad y descamación. Además, el contacto con determinados tejidos puede causar enrojecimiento e irritación. Por este motivo se recomienda aplicar una crema hidratante corporal por la mañana y antes de acostarnos, insistiendo en los antebrazos y piernas, zonas más sensibles a la descamación.
Las personas mayores deben elegir productos altamente nutritivos, porque, con la edad, la piel se vuelve menos resistente a las agresiones. Hay que aplicarlos sin olvidar los pies, codos y rodillas.
- No te olvides de la cara y las manos
Los productos hidratantes ejercen un efecto de barrera sobre la piel impidiendo que se reseque. Son imprescindibles para evitar la pérdida de elasticidad y prevenir la aparición de manchas en el rostro. Podemos escoger entre una amplia gama según el tipo de piel: nutritivos, hidratantes, reparadores, antiedad, etc.
La piel que recubre los labios es muy fina, por lo que es esencial protegerla adecuadamente con un bálsamo en crema o barra que tenga función hidratante. Del mismo modo, la zona de la órbita ocular también presenta una dermis muy delicada. La tendremos que proteger especialmente si tenemos pensado realizar actividades en la montaña o en la nieve, donde la radiación ultravioleta es más intensa.
En cuanto a las manos, es habitual que se resequen y aparezcan grietas y descamación, sobre todo en personas que trabajan al aire libre o en ambientes fríos y secos. Lo mejor en este caso es la prevención, es decir, utilizar guantes y aplicar una crema altamente nutritiva antes de que aparezcan los primeros síntomas.
- Cuida también el cabello
Los cambios de temperatura, los focos de calor artificial (estufas, calefacción) y el viento, junto con la contaminación o el uso de secadores y planchas alisadoras provoca que nuestro pelo se debilite y pierda vitalidad. Para evitar que el cabello se reseque y se quiebre, podemos emplear champús, cremas o mascarillas nutritivas que ayudarán a recuperar el brillo y la estructura de un pelo sano. Es conveniente, también, que los peines y cepillos sean de cerdas naturales y no de plástico o similares. También puedes tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Utiliza un producto (sérum, bálsamo, crema, ampollas, nutricosmético, etc.) adecuado a tu tipo de cabello.
- Las mascarillas aportan nutrientes y evitan que el pelo pierda vitalidad y las puntas se abran. Aplícalas realizando un masaje en el cuero cabelludo y déjalas reposar unos cinco minutos.
- El secador debe utilizarse a una distancia mínima de cinco centímetros con una temperatura media. El calor intenso contribuye a quebrar el cabello.