¿Son este tipo de implantes permanentes? ¿Es verdad que solo duran diez años? ¿Cuáles son las razones que hacen aconsejable su renovación? A continuación, repasamos la información imprescindible sobre la sustitución de las prótesis
Los actuales avances médicos permiten que los implantes mamarios de última generación se integren de forma orgánica al cuerpo de la mujer. La sensación es tan natural y armónica, que incluso podemos llegar a olvidarnos de su existencia. Sin embargo, debemos tener en cuenta que estos materiales no son para toda la vida. Existen diversas razones que justifican su sustitución, que revisaremos en este artículo.
Si preguntamos entre la ciudadanía cada cuánto tiempo deben cambiarse las prótesis mamarias, la respuesta más frecuente que obtendremos es: aproximadamente, cada diez años. Aunque hoy no es rigurosamente cierto, este lugar común tiene una explicación.
Durante tiempo, antes de la llegada de la nueva generación de implantes de gel cohesivo de silicona, y siguiendo las directrices de los antiguos informes de la FDA estadounidense (Food and Drug Administration), se consideraba que una década era el tiempo adecuado de sustitución, para evitar posibles roturas y otros problemas asociados al desgaste de los materiales.
Actualmente, podemos encontrar mujeres que llevan los mismos implantes desde hace veinte años. De hecho, podemos afirmar que no existe ya una fecha concreta para el recambio; el tiempo de permanencia de las prótesis dependerá de cada caso concreto. Y, por supuesto, el encargado de evaluar la conveniencia de un cambio, junto a la paciente, será siempre el profesional sanitario.
Sin embargo, debemos tener claro que los implantes están formados por materiales que no son eternos. Por eso es muy importante que sepamos que, de la misma forma que es esencial revisar los pechos para prevenir el cáncer de mama, también es necesario chequear periódicamente el estado de las prótesis, siguiendo los plazos que nos indique nuestro médico especializado de confianza.
Una de las razones más habituales para la sustitución de los implantes tiene que ver con la necesidad de modificar el tamaño de los senos, para que este sea más acorde con nuestros gustos y sensaciones actuales. En muchas ocasiones, se puede aprovechar una intervención programada por otros motivos para proceder a esta actualización.
Podríamos decir que, en los últimos tiempos, existe una cierta tendencia a reducir el volumen del pecho, para buscar un resultado más natural o acorde con la constitución física de la persona. Esto es absolutamente normal: a menudo, los implantes corresponden a una decisión que tomamos en un periodo concreto de nuestra vida. Afortunadamente, la ciencia nos permite revisar las elecciones del pasado para adecuarlas a nuestro sentir actual.
En estos casos, suele ser necesario acompañar la introducción de los nuevos implantes de menor tamaño de una pequeña reducción mamaria y una mastopexia (o elevación del pecho, para corregir cualquier posible efecto de flacidez provocado por la piel sobrante). Los profesionales médicos se encargan de reconstruir la forma de nuestra mama para que la sustitución no provoque ningún efecto estético indeseado.
Por supuesto, también podremos optar, si lo deseamos, por la operación contraria: aumentar el tamaño en el cambio de prótesis. Se trata de una operación sencilla, ya que no suele llevar asociados problemas de exceso de piel.
En definitiva, la mamoplastia es un procedimiento seguro y eficaz, que consigue unos resultados muy positivos a la hora de modificar el tamaño o el aspecto de nuestros senos. Recurrir a él es una magnífica forma de renovar nuestro aspecto y contribuir a que nos sintamos aún más cómodas en nuestra piel.