Emergen del interior de la tierra y se consideran una fuente de salud y bienestar. Las aguas termales naturales suelen contener minerales, gases y una ionización que las hace indicadas para aliviar ciertas dolencias, generalmente como complemento a otras terapias o tratamientos médicos. A ello se le suma su gran capacidad para favorecer la relajación de cuerpo y mente y sus propiedades cosméticas.
Desde la Antigüedad, los seres humanos siempre han buscado remedio a sus enfermedades en la naturaleza, ya sea en las plantas, en los minerales o en las aguas termales naturales. De hecho, las civilizaciones antiguas usaban los baños termales para solucionar muchas dolencias, pero también eran un sitio idóneo para la socialización.
Casi todos los países tienen aguas termales dentro de sus límites. Algunas están localizadas en áreas volcánicas, aunque también hay aguas telúricas, que pueden aparecer en cualquier lugar y tienen una temperatura menor que las aguas magmáticas.
¿Qué las hace diferentes?
Las aguas termales proceden de capas subterráneas de la Tierra y emergen a diferentes temperaturas a través de fuentes termales. Además de estar caliente, el agua suele ir cargada de minerales disueltos (flúor, hierro, yodo, sodio, cromo, fósforo, etc.), que cuentan con importantes propiedades terapéuticas.
Una característica importante de las aguas termales es que se encuentran ionizadas. Existen dos tipos de iones: los positivos y los negativos. Contrariamente a su nombre, los positivos no son los más beneficiosos. En cambio, los iones negativos, que son los más frecuentes en las aguas termales naturales, tienen la capacidad de producir un efecto relajante en el cuerpo.
Efectos en el organismo
Son muchos los efectos beneficiosos para nuestro organismo que desde hace siglos se han atribuido a las aguas termales. No obstante, antes de iniciar cualquier tratamiento de este tipo o de acudir a un balneario, siempre se debe consultar con el médico, especialmente si se sufre alguna afección.
- El baño en las caldas, al aumentar la temperatura del cuerpo, podría favorecer una mayor circulación sanguínea, algo que contribuiría a disolver y eliminar toxinas.
- Los baños frecuentes podrían ayudar a normalizar las funciones de las glándulas endocrinas, así como el funcionamiento en general del sistema nervioso.
- Disfrutar de un baño termal contribuye además a la relajación mental y a la producción de endorfinas, además de fortalecer el sistema inmunitario.
- Las personas con enfermedades de la piel como psoriasis o dermatitis podrían mejorar sus afecciones con estos baños (en especial si las aguas contienen azufre), siempre bajo indicación médica.
- En pacientes reumatológicos, los tratamientos pueden disminuir el dolor, ya que las aguas producen efectos analgésicos y relajantes en los músculos, disminuyendo las contracturas y favoreciendo la movilidad. Además, la terapia termal produce un efecto antiinflamatorio.
- Los baños termales también se han utilizado desde la Antigüedad para ayudar a estimular las secreciones del tracto digestivo y del hígado, por lo que algunos especialistas los recomiendan para mejorar problemas de digestión.
- Los baños más calientes, aquellos que emanan más vapor han sido recomendados en algunos casos para hacer frente a problemas respiratorios leves.
- Las aguas termales más utilizadas en el mundo de la cosmética son las que llevan magnesio y calcio, ya que tienen propiedades calmantes y cicatrizantes que podrían ayudar a la hidratación y a la revitalización celular. En este caso, se emplean vaporizadas sobre la piel, para ayudar a fijar el maquillaje y reforzar la protección natural de la piel. El agua termal también se utiliza para reducir las rojeces, irritaciones y picores.
Algunas recomendaciones
- Los tratamientos termales no siempre son bien tolerados. Es imprescindible consultar al médico si su uso puede resultar beneficioso o perjudicial para nosotros. Y es que existen algunas contraindicaciones, y se recomienda alta precaución, por ejemplo en caso de reumatismos inflamatorios, hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, osteoporosis, embarazo o cuando se tienen varices o enfermedades infecciosas de la piel.
- El uso de aguas termales requiere seguir algunas recomendaciones de carácter general para aprovechar todas sus bondades: pueden ser beneficiosas, pero hay que tener cuidado con la temperatura, ya que si se permanece en las caldas más tiempo del recomendado, se podría sufrir hipotensión, hipertensión o taquicardia.
- En el caso de baños termales calientes, es preciso mantenerse bien hidratado antes, durante y después del baño y seguir siempre las indicaciones de los profesionales.
- No hay que bañarse solo en aguas termales y nunca bajo los efectos del alcohol.
- Es preferible no tomar demasiados baños de inmersión en un mismo día. Sobre todo, si se padece alguna enfermedad. Y se desaconseja tomar los baños completamente en ayunas o durante la digestión.
- Después del baño, se suele aconsejar reposo y abrigarse, para evitar cambios bruscos de temperatura corporal.
Beneficios según su composición mineral
- Las aguas ferruginosas presentan hierro en su composición y pueden ayudar a paliar estados carenciales y dolencias hepáticas.
- Las aguas cloruradas podrían ayudar a estimular las secreciones digestivas, entre otras funciones, mientras que las cálcicas son beneficiosas para las personas con colesterol alto.
- Las aguas sulfuradas son ácidas y lodosas. Contienen azufre y están indicadas para procesos reumáticos, eczemas o psoriasis, siempre bajo prescripción. Las aguas sulfatadas también contienen azufre, pero pueden incluir sodio, calcio, magnesio o cloro.
- Las aguas bicarbonatadas son ricas en sal de ácido carbónico. Su uso es por ingesta, y se recomiendan en caso de reflujo gastroesofágico, ya que neutralizan la secreción ácida y favorecen la actividad pancreática. También están indicadas para las afecciones reumatológicas y endocrinológicas.