La otoplastia es una técnica de cirugía de la medicina estética cuyo objetivo es mejorar la posición y el tamaño de las orejas. Es una intervención que puede realizarse tanto a menores como a adultos y suele ser la solución a orejas muy separadas de la cabeza e, incluso, orejas demasiado grandes o asimétricas.
Las orejas son una de las partes del cuerpo que mayores complejos generan para las personas. Son difíciles de ocultar y forman parte del rostro, nuestra principal carta de presentación. Afortunadamente, la mayoría de los defectos o problemas en las orejas se pueden solucionar mediante una técnica de cirugía estética muy eficaz, la otoplastia.
Las deformidades de las orejas suelen deberse a la falta de modelado de los pliegues del cartílago o al exceso del propio cartílago. Normalmente, con este tipo de cirugía facial se consigue una oreja con un aspecto más natural y con mayor armonía.
La otoplastia es una de las cirugías estéticas más demandadas por los hombres, según la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética. Además, debido al uso diario de las mascarillas como medida de protección frente a la covid-19, ha aumentado la demanda de este tipo de intervención.
El uso de la mascarilla no produce una deformidad, pero sí evidencia aquellas ya existentes, porque voltea las orejas hacia adelante. Los pacientes con complejos previos pueden ser aún más conscientes de ellos, por lo que solucionarlos con esta cirugía facial estética es una opción muy valorada y aceptada entre la población.
¿Cómo se lleva a cabo una otoplastia?
Este tipo de intervención consiste, en la mayoría de los pacientes, en realizar una pequeña incisión por detrás de la oreja para remodelar el cartílago y hacer que se pliegue en las zonas apropiadas. En algunas ocasiones, puede ser necesario extirpar una parte del cartílago para mejorar la forma de la oreja u operar ambas orejas para garantizar una mejor simetría, aunque la deformidad solo se presente en una de ellas.
Habitualmente, aunque depende siempre de cada paciente, la duración de este tipo de operación suele estar en torno a las dos o tres horas. La cicatriz resultante de esta intervención queda oculta por la parte de atrás; es decir, queda totalmente disimulada detrás de la oreja. Esta es una de las grandes ventajas de la otoplastia. Se trata, además, de una operación sencilla, por lo que, en gran parte de casos, no necesita hospitalización.
Habitualmente, en una otoplastia realizada en niños –se suele recomendar a partir de los cinco o seis años, cuando las orejas ya han adoptado su tamaño final y han completado su desarrollo– el tipo de anestesia es general. En cambio, en las intervenciones en adultos suele emplearse anestesia local. En el caso de las otoplastias infantiles, los cirujanos recomiendan observar el comportamiento del menor y cómo afecta la deformidad a su día a día. Los adultos no deberían insistir en la cirugía hasta que el niño lo desee.
Pasadas 48 horas tras la intervención, el paciente ya puede realizar vida normal. Las orejas pueden doler un poco los primeros días, pero se alivia fácilmente con medicación, siempre que así lo recomiende el médico.
Durante los primeros días, el cirujano tapa las orejas con unas vendas a fin de protegerlas y sostenerlas. Será el mismo cirujano quien explicará a cada paciente cuándo podrá mojar y lavar la zona, realizar ejercicio físico… Además, las primeras semanas se aconseja que el paciente tenga precaución al dormir.
Los cambios de una otoplastia son definitivos, por lo que no hará falta volver a operar en un futuro. Este tipo de cirugía estética facial se suele llevar a cabo en las dos orejas para así optimizar la simetría. Además, el paciente no verá alterada su capacidad de audición ni se cambiará la ubicación de las orejas.
¿Para qué sirve y para quién se recomienda una otoplastia?
La otoplastia es una cirugía estética recomendada para la corrección de la forma de las orejas, también para reconducir su tamaño, en varias situaciones.
En la mayoría de casos, se recurre a esta técnica de cirugía facial estética para:
Crear una nueva oreja cuando se nace sin ella o se pierde por un accidente o traumatismo.