Esta cirugía, conocida también como lifting de brazos, permite que la persona consiga unos brazos estilizados y armónicos, y proporciona una mejora de imagen y una mayor autoestima. Es decir, se trata de una cirugía aplicada para eliminar el exceso de piel de los brazos con el objetivo de mejorar su aspecto para que queden más firmes y tersos. Existen dos tipos:
Igual que con cualquier cirugía, es crucial realizar un preoperatorio completo para garantizar la seguridad del paciente y optimizar los resultados. Las principales pruebas son: analítica de sangre, ecografía, electrocardiograma, análisis de orina, pruebas de función hepática y renal. Hará falta una visita con el anestesista.
Durante los primeros días de postoperatorio de la braquioplastia es normal notar más sensibilidad e hinchazón en los brazos, que revertirán con el tiempo. El periodo postoperatorio no es molesto y el paciente puede incorporarse en su vida cotidiana en una semana. Sin embargo, durante las primeras semanas hay que evitar los ejercicios fuertes. Los resultados definitivos se podrán valorar al cabo de unos meses. Suelen ser permanentes y sin cicatrices visibles. Para que el buen aspecto de los brazos sea lo más duradero posible, el paciente tiene que intentar mantener estable su peso. Una vez el equipo médico dé el visto bueno, se recomendará sesiones de drenajes para mejorar la recuperación de la zona intervenida.
Todos los tratamientos e intervenciones son absolutamente personalizados, los datos que damos sobre tiempos de la intervención y recuperación son aproximadas, puesto que cada persona presenta diferentes respuestas en la cicatrización.