Seguramente has oído hablar de tratamientos drenantes como el drenaje linfático manual numerosas veces. ¿Sabes en qué consiste y para qué sirve?
Uno de los sistemas más importantes de nuestro organismo es el sistema linfático. Funciona como instrumento de depuración y limpieza, y ejerce funciones de protección y defensa, convirtiéndose así en uno de los principales integrantes del sistema inmunológico humano. Está formado por una red de órganos, ganglios, conductos y vasos que elaboran y transportan linfa (líquido corporal que aporta oxígeno y nutrientes a las células, recogiendo las toxinas y las sustancias metabólicas de desecho) desde los tejidos hasta el torrente sanguíneo. Su correcto funcionamiento es esencial para la salud.
¿Cómo puede ayudarme el drenaje linfático manual?
El drenaje linfático manual se ha convertido en uno de los tratamientos más demandados hoy en día a causa de sus múltiples aplicaciones. Es conocido, entre otros motivos, por su notable efecto anticelulítico y por las mejoras que aporta a la circulación.
Se basa en una serie de maniobras manuales lentas, conscientes, suaves e indoloras a través de las que el profesional que lo aplica favorece el funcionamiento de nuestro sistema linfático, mejorando la circulación y eliminando las sustancias de desecho.
Este tipo de tratamiento tiene efectos beneficiosos sobre la circulación, el sistema nervioso, los músculos, la sangre, la piel, el tejido adiposo, el metabolismo y el sistema inmunitario. De ahí que cada vez sean más las personas que demandan este tipo de masajes para hacer frente a susmúltiples dolencias.
Para que un masaje drenante sea eficaz, es fundamental que lo realice un profesional, un experto titulado que establecerá el número de sesiones y la duración de las mismas en función de las necesidades de cada persona. Los masajes podrán ser generalizados por todo el cuerpo, o localizados en determinadas zonas, sobre todo en el cuello, la cara, el abdomen, los brazos, la nuca, la zona dorsal, la zona lumbar, los glúteos y las piernas (especialmente en los tobillos).
¿A quiénes van dirigidos?
Aunque este tipo de masaje tiene mucho éxito entre personas que quieren reducir o evitar la piel de naranja causada por la celulitis, es importante saber que también están indicados para contrarrestar los efectos del acné, las varices, las cicatrices posoperatorias, las estrías y los edemas faciales.
Asimismo, el drenaje linfático manual se recomienda a personas que sufren otras afecciones, como migrañas, dolores de cabeza, ansiedad, vértigo, piernas cansadas, fibromialgia e incluso enfermedades de las vías respiratorias como rinitis, amigdalitis, sinusitis o faringitis.
Además, los pacientes con artrosis o artritis y deportistas que sufren lesiones de carácter muscular, luxaciones, tendinitis y hematomas suelen recurrir a este tipo de tratamiento para acelerar su recuperación.
A pesar de todos los beneficios que trae la aplicación del masaje de drenaje linfático, existen algunas patologías en las que es aconsejable no usarlo. Es el caso de si se sufren insuficiencias cardiacas, haber tenido recientemente trombosis, tener una infección aguda o hipotensión arterial.
Recomendaciones complementarias
Llevar a cabo ciertos hábitos nos puede ayudar a potenciar los efectos de los masajes drenantes en nuestro organismo.
- Es esencial seguir una dieta equilibrada, incluyendo alimentos ricos en fibra e intentando reducir la ingesta de alimentos excesivamente salados (conservas, salazones y salmueras, bacalao, anchoas, alimentos fritos, salsas, ahumados, pizzas, pastillas de caldo…).
- Mantener nuestro cuerpo bien hidratado será igualmente importante. Lo ideal es consumir un mínimo de dos litros de agua al día, evitando el alcohol y el tabaco en la medida de lo posible.
- Deberemos incluir el deporte en nuestra agenda a modo de complemento de las actividades físicas que realizamos a diario (caminar durante una hora, subir escaleras, jugar con los niños…).
Para evitar la aparición de varices y la retención de líquidos intentaremos no pasar demasiado tiempo de pie y no cruzar las piernas al sentarnos.