Deshidratación, arrugas, descamación, pérdida de elasticidad… La piel sufre a diario la agresión de factores ambientales como el frío o la contaminación. Si cuidamos la del rostro cada día, aplicando cremas, por ejemplo, ¿por qué no hacer lo mismo con la de las manos?
Las manos son una de las zonas del cuerpo que permanecen descubiertas durante todo el día. Solo en invierno, cuando las temperaturas descienden, las protegemos con guantes, pero aún así no nos damos cuenta de que su piel sufre agresiones de todo tipo durante todo el año.
¿Qué hace que la piel se deteriore?
Entre los factores que propician la pérdida de vitalidad y elasticidad de la piel de las manos se encuentran:
El envejecimiento: Con el paso del tiempo, la piel de las manos, como la del resto del cuerpo, se va deteriorando y van apareciendo signos típicos del envejecimiento. Destacan las arrugas, la pérdida de elasticidad cutánea, la sequedad…
Factores ambientales: No solo la edad influye en las manos. Hay que tener en cuenta que se trata de una parte del cuerpo que está continuamente expuesta a las inclemencias meteorológicas y otros agentes externos, como la polución del ambiente. Durante el invierno, las manos están sometidas a bajas temperaturas, que resecan su piel y propician la descamación y la aparición de grietas. Pero en verano las manos también sufren: los rayos solares repercuten negativamente en la dermis y, por ello, debemos protegerlas con cremas que tengan un factor de protección solar elevado.
Sustancias químicas: El contacto con ciertas sustancias puede dañar la piel de nuestras manos, provocando enrojecimiento, deshidratación o incluso quemaduras. Es importante asegurarse de adquirir aquellos productos que indican que son respetuosos con la piel y, si no es posible, utilizar guantes protectores al llevar a cabo las acciones que requieran el uso de estas sustancias, como las tareas de limpieza.
Otras actividades: Practicar ciertos deportes o realizar determinados trabajos que implican el uso de objetos como raquetas o herramientas pueden favorecer la aparición de durezas, arañazos y grietas. La hidratación y la protección con guantes resulta esencial en estos casos.
¿De qué forma puedes cuidar tus manos?
Para conseguir unas manos hidratadas y suaves, y evitar así la aparición de sequedad,
arrugas y durezas, se pueden seguir estos 10 consejos:
Lava bien las manos con agua y jabón. Una higiene correcta evitará el paso de los gérmenes a las partes del cuerpo que, a menudo, tocamos con las manos (como los ojos o la boca) y contribuiremos a prevenir numerosas infecciones. Ahora, con la pandemia, esta es una de las reglas de oro para minimizar contagios.
Usa agua tibia para lavarte las manos. El agua caliente, aunque resulte muy agradable, sobre todo en invierno, reseca mucho la piel y a veces produce deshidratación.
Utiliza un jabón con pH neutro. Eso evitará la aparición de rojeces, llagas o posibles reacciones cutáneas.
No frotes con fuerza las manos al lavarlas. Basta con masajearlas enérgicamente, pero sin ejercer demasiada presión.
No te excedas. Hay que lavarse las manos frecuentemente, pero sin exagerar. Es esencial hacerlo antes de comer, tras tocar objetos que puedan contener gérmenes o después de ir al baño o sonarse.
A la higiene habitual podemos sumarle, de forma periódica, una exfoliación. Aplicando una crema exfoliante conseguiremos eliminar las células muertas de la piel y estimularemos la regeneración celular. Además, dejaremos las manos en un estado idóneo para recibir la acción de un producto hidratante, reparador o antiarrugas.
Protege tus manos con guantes. El viento y las bajas temperaturas son grandes enemigos, sobre todo si tu piel es seca. Por ese motivo, en los días más fríos, es muy recomendable llevar guantes. También para protegerlas al realizar tareas que requieran el uso de productos químicos.
Hidrátalas a menudo. Para evitar las agresiones externas y reducir la pérdida de agua, cada día debemos aplicar una crema o loción hidratante –preferiblemente con acción protectora–. Es aconsejable llevar siempre encima una crema específica para el cuidado de las manos y, cada cierto tiempo, aplicar una pequeña cantidad. Realizando este sencillo gesto, en muy poco tiempo, notarás un cambio importante en la piel de tus manos.
También puedes optar por opciones naturales. Si prefieres no utilizar cremas, puedes masajear las manos con unas gotas de aceite de oliva, con aceite de rosa mosqueta, aceite puro de almendras. Te ayudará a recuperar la suavidad y la tersura.
Una vida saludable es clave. Beber entre un litro y medio y dos litros de agua al día, seguir una dieta rica en verduras y frutas y descansar las horas necesarias es también esencial para conseguir una piel sana y radiante.
¿Manos frías?
Tener las manos frías, en algunas ocasiones, es un indicador de estados anémicos o un síntoma de una deficiente circulación en las extremidades. De hecho, generalmente quienes lo sufren también suelen tener los pies fríos. Es importante tratar el desequilibrio para que la sangre vuelva a circular correctamente y pueda aportar, de manera natural, los nutrientes necesarios. ¿Qué podemos hacer?
Masajear las manos con aceites o cremas.
Hacer baños de manos alternando agua fría y caliente.
Abrigar bien las manos, sobre todo durante los meses fríos, con guantes de lana y otros tejidos naturales.
Algunas infusiones promueven la circulación en las extremidades. Es el caso de ginkgo biloba, que se obtiene de una de las especies de árbol más antiguas.
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