La rosa mosqueta se ha convertido, por sus notables beneficios sobre la piel, en el ingrediente estrella de cremas, lociones, aceites y todo tipo de productos de la industria dermocosmética. Su nombre es sinónimo de hidratación, nutrición y reparación de la piel, y destaca por su poder cicatrizante, reafirmante y regenerante. Es famosa por su efectividad a la hora de mitigar cicatrices, estrías y quemaduras.
También llamada rosa rubiginosa, la rosa mosqueta es un arbusto silvestre nativo de Europa -su cultivo está muy extendido en Gran Bretaña-, aunque también prolifera de manera salvaje en la región sur de la Cordillera de los Andes, en Chile y Argentina.
Los frutos de la rosa mosqueta son ricos en ácido ascórbico y poseen vitamina A, riboflavina, ácido nicotínico, málico y cítrico, azúcares, etc. El aceite, proveniente de las semillas, es utilizado por la industria cosmética por su alto contenido en vitaminas A, E, C, B1 y B2, nutrientes que le brindan excepcionales propiedades regenerativas y cicatrizantes.
Los laboratorios se han rendido ante las efectivas propiedades de esta planta y son muchos los que ya han incorporado cremas, lociones, champús y, sobre todo, el aceite puro elaborado con las semillas de rosa mosqueta a su gama de productos habitual.
El aceite puro de rosa mosqueta
El aceite puro se extrae de las semillas de la rosa mosqueta mediante una presión en frío. Es de color rojizo y presenta un elevado contenido de ácidos grasos esenciales poliinsaturados (casi un 80% de su composición), entre los que destacan el ácido linoleico y el ácido oleico. Se trata de sustancias que intervienen en la síntesis del famoso colágeno y que participan además en la regeneración celular.
Otro de los componentes de este aceite es el ácido transretinoico o tretinoina, muy beneficioso para combatir el fotoenvejecimiento, eliminar arrugas y borrar cicatrices y estrías.
Este aceite es muy ligero, lo que permite una rápida absorción tras la aplicación. Su carencia de olor, su agradable textura y su pH de 5.1 hacen que se adecue perfectamente a la piel sin causar efectos secundarios.
La flor de la juventud
La eficacia de la rosa mosqueta en el campo de la cosmética reparadora es indiscutible. Aplicando su aceite puro sobre la piel se consigue acelerar los procesos de regeneración, hidratación, nutrición y restauración cutáneos. Además, por su acción antioxidante, escapaz de combatir los radicales libres, causantes del envejecimiento de la piel, y favorecer la oxigenación de los tejidos.
Es precisamente la capacidad regeneradora y el potente carácter astringente de la rosa mosqueta lo que ha convertido a los productos elaborados con esta flor -esencialmente el aceite puro- en aliados de la medicina para tratar cicatrices quirúrgicas fruto de los puntos de sutura (especialmente faciales y abdominales), quemaduras, úlceras por decúbito y manchas solares.
La rosa mosqueta también se puede tomar en infusión, que se hace mezclando tanto los frutos, como las flores y las semillas. Tomada de esta manera, favorece la resistencia del organismo a enfermedades como resfriados o gastroenteritis (tiene altas dosis de vitamina C), ayuda a reducir cálculos renales y biliares y tiene una ligera acción diurética y laxante.
Sus propiedades dermatológicas
Tras comprobar los numerosos beneficios que la rosa mosqueta aporta a la piel, muchos laboratorios de cosmética han decidido incorporar esta planta como ingrediente estrella de sus productos.
Rosa mosqueta, también para bebés
Los productos obtenidos del arbusto también pueden ser usados en bebés y niños. Los ácidos grasos, vitaminas y antioxidantes que contiene su aceite puro son ideales para la piel delicada, pero hay que asegurarse de utilizar un producto adecuado, que no contenga ingredientes tóxicos, ni tampoco irritantes. Se puede emplear en la cara, el cuerpo y también para el culito, una zona muy irritable debido al roce del pañal. Lo ideal, en cualquier caso, es consultar con el pediatra si este aceite es el más indicado para la piel de nuestro bebé.